Tienes razón sobre lo que pasó en aquella primera cita... mientras tus pecas me sonreían, tu boca, o la promesa de esos labios demasiados tiernos, me impedían mirarte a los ojos.
Las palabras brotaban de mí hacia ti construyendo una conversación torpe y vaga que el resto de mi ser ignoraba por completo. Conversábamos, distraídos, como sumergidos en el guión de una película muda.
Toda mi voluntad estaba puesta en tu boca, que intentaba, supongo, decirme algo.
Tus palabras sinceras se desvanecían en el silencio. Mientras, en tus labios, se dibujaba la promesa, tal vez, de algún beso “robado al azar”.
Tímidas y sensuales, nuestras bocas jugaron a provocarse: "el que se queda sin aliento pierde", dije.. y te mordí la boca.
Y el azar, o el destino (que es decir lo mismo), anunció con trompetas el final del juego; y el comienzo de algo más.
Tiempo ha pasado desde aquella primera noche; tiempo, besos, juegos y mucho más.
Vuelven hoy los silencios delicados y la complicidad de esa noche nuestra; vuelve el secreto, y las promesas nuevas, ese intenso sabor a fruta madura que se desprende de tus labios, vuelve esta tierna e insuperable sensación interior...el enigma de nuestra intimidad tan íntima.
Esto es lo que pasa cuando te sueño..y me olvido, y me pierdo entre tus pecas,
y si te muerdo, y despierto en el universo sublime de tus besos...tú vuelves,
con tu misterio, sin mi olvido, y cada vez que te beso,
no hay dudas,
tú vuelves mejor.