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viernes, 1 de julio de 2011

La Muerte y los Filosofos

“No es de asombrar que se asesine a príncipes y estadistas. A menudo hay cambios muy importantes que dependen de sus muertes, y en vista de la eminencia en que se encuentran se hallan particularmente expuestos a la mano de cualquier artista a quien anime el deseo de lograr un efecto escénico. Pero hay otra clase de asesinatos que ha prevalecido desde comienzos del siglo diecisiete y que sí me sorprende: me refiero al asesinato de filósofos...

...Descartes no tenía más compañía que su criado, con quien conversaba en francés. Los marineros, creyendo que se trataba de un comerciante y no de un caballero, pensaron que llevaría dinero consigo y pronto llegaron a una decisión que no era en modo alguno ventajosa para su bolsa...

...Notaron que era de carácter manso y paciente y, juzgándolo por la gentileza de su comportamiento y la cortesía de su trato ... y concluyeron que les sería fácil quitarle la vida. No tuvieron empacho en discutir la cuestión en presencia suya pues no creían que entendiese otro idioma...

...como resultado de sus deliberaciones decidieron asesinarlo, arrojar sus restos al mar y dividirse el botín…

...a pesar de su miedo cerval, Descartes demostró estar dispuesto a luchar y con ello intimidó a la canalla anticartesiana. «Viendo que no se trataba de una broma, Descartes se puso de pie de un salto, adoptó una expresión severa que estos miserables no le conocían y, dirigiéndose a ellos en su propio idioma, los amenazó con atravesarlos de parte a parte si se atrevían a ofenderlo en lo que fuera...

...Sin duda para los viles rufianes hubiese sido honor muy superior a sus méritos el quedar ensartados como pajaritos en una espada cartesiana.”
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“Leibniz no fue asesinado, pero cabe decir que murió en parte de miedo a que lo asesinaran y en parte de despecho porque no lo asesinaban.”
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“En un tiempo, por razones de salud, Kant andaba unas seis millas diarias en el camino real. Esto llegó a oídos de alguien que tenía sus razones personales para cometer un asesinato y que se sentó en la tercera piedra miliar a esperar...

...Kant llegó a la hora exacta, puntual como un coche de correo...

...El accidente estuvo en el carácter escrupuloso y quisquilloso de la moralidad del asesino. Un viejo profesor, se dijo, estará abrumado de pecados. No así un niño. Pensando en esto se alejó de Kant en el momento crítico y poco después dio muerte a una criatura de cinco años...

...el asesino era un aficionado que comprendió lo poco que ganaría la causa del buen gusto con el asesinato de un metafísico viejo, árido y adusto que no le daría ninguna oportunidad de lucimiento, puesto que no era posible que, una vez muerto, se pareciese más a una momia de lo que ya se parecía en vida.”
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Tomas de Quincey, “Del Asesinato considerado como una de las Bellas Artes”