miércoles, 14 de septiembre de 2011

Rojo Falso Coral

Estalla tu nombre en las rocas
destello de tu último adiós /
caricia de espuma
(retorno al olvido)
Ahogado en el grito nocturno,
Preso del mar sombrío.


Embravecida tormenta lejana
Que cubre de velo enmhohecido,
El barranco decisivo
Del salto liberador.

Allá parto a buscarte
Cínica sirena enternecida,
Que quisieras correr
y ya no puedes

Ni ocultar tu rostro avergonzado
Detrás de olas inquietas,
Que susurran el llanto quebrado
De aquel tiempo perdido.

Toda criatura del mar
Sigue tu paso arrepentido
Te escupen, con rabia la sal
en tu herida mas abierta.

El ave gigante se avecina
(Cansada de volar)
A destrozar,
tu miseria
y tu discurso...

De nácar brillo suave
De rojo falso coral.



16/09/2008

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Piernas

"Piernas, y mas piernas. Piernas que no cesan de pasearse por esta esquina. Sentado a la mesa de un bar, observo el movimiento allí afuera; un constante y desprolijo “ir y venir” de piernas.
Piernas que bajan de la acera y se detienen de imprevisto, para dejar pasar a un coche, o evitar ser atropelladas por una bicicleta. Piernas que parecen conversar, unas frente a otras, preguntarse la hora, o pedir un cigarrillo. Piernas que saltan un charco, y otras que ensayan en su andar el “punto y coma” que sirva para esquivar algún regalito canino, mal oliente y olvidado, dejadez cívica de algún vecino mal educado. Piernas en pareja, caminando al unísono, para distraer la envidia hacia otras extremidades que pueden entrelazarse, balanceándose al caminar, sin riesgo ni miedo de un tropezón fatal. Piernas que se detienen a otear en todas direcciones, en busca del nombre de una calle, esa coordenada perdida. Piernas flexionadas sutilmente, políticamente correctas, para alzar del suelo el envoltorio de cigarrillos que dejó algún paseante desubicado. Piernas que vienen y van, se rozan, casi se erizan, sin reconocerse, sin saludar. Piernas de pasos decididos, tal vez apresurados, al encuentro de él. Piernas, tímidas y dubitativas, miedo de barrios alejados, de geografías desconocidas, y de mal presentimiento. Piernas de pasos lentos, cansados ya del tiempo, y de caminar las mismas calles, sin llegar a ningún lado. Piernas corriendo, unas detrás de otras, una ecuación de rutina que resolverá al fin la persecución, y el reparto del botín. Piernas largas, hermosas y sensuales, que se detienen hacía mí, y aguardan. Piernas ansiosas del encuentro, entregadas a una contemplación a la que me tienen amarrado. Pasos decididos que penetran en el bar, con su aire despreocupado y seductor. Piernas en espera frente a mí, sonrisa y rostro que adivino, mirada cómplice que invita y justifica, arrea una premonición nocturna, de juegos húmedos, y piernas abiertas."

Abrazado a una Palabra, que es a la vez, Canción y Destino

Existe en Portugal, una palabra: fado, que nombra a la vez la canción y el destino.

En el puerto terminal donde nací, tan al sur como casi ningún barco portugués llegara nunca, entre barcos escorados, establecimientos ruinosos, malecones invadidos de malezas, quizá algún último náufrago cantara, aún, un fado... o lo callara. En las noches del verano final, tal vez fuera de fado ese silencio que cercaba las casillas temblorosas, entremezclado al hedor del río casi muerto; ese silencio que, como una bandada se precipita sobre el único pez, y se dispersa, nos llevamos luego por los mares del mundo.

Y sin embargo, dice la tradición, nadie reconoce en realidad el fado hasta que, agotada la primera aventura, concluido el primer poema, una mujer sale a nuestro encuentro, y nos lo canta en respuesta. Su voz es voz de agua. Y es como si el río que nunca conocimos volviera a llenar los canales resecos, a botar las naves varadas de aquel puerto de infancia, aunque solo exista, ya, en nuestro propio corazón.

El fado es canción de ribera, de la frontera fluctuante entre al agua y la tierra, y lleva en sí el estigma de esa demediación. El fado canta historias de marinos que desean solo lo desconocido, pero mueren de saudade por la casa de la orilla donde todo se sabía. Poetas que maldicen el dolor, como quien maldice el fuego humoso de una hoguera, solo para acogerlo; o que cantan a la felicidad apenas para unirla a la desdicha. Asi, el fado, aunque canción de amor, resiste a toda intimidad, y se sigue entonando como cantar de gesta, como si ahora que la última batalla ha terminado, la guerra siguiera dentro de nosotros.

Finalmente, el fado es canción tan antigua que ya nadie recuerda quien la inventó... El único barco (dicen los fadistas) que ha de llevarlo por los puertos de las generaciones, es la memoria... y acaso sea la costumbre de leer en los cuerpos (el del amante, el de la lengua), ese hábito que sólo el amor puede volver exhaustivo, donde reside la clave de su olvidada poética.

Para entrenar tan sutil habilidad, todo fadista se habitúa desde niño al simple ejercicio de llevarse al oído el caracol vacío, como si el verdadero significado de la voz se encontrara en lo ausente...

Y si, con todo esto, Portugal pregunta cómo y cuándo nace el fado, el fado siempre le contesta con la misma frase: “cada vez que alguien canta la canción de su destino”.



"FADO", L. Brizuela

martes, 30 de agosto de 2011

ojo, lágrima, boca, cabra, soledad

"La tarde fabricaba una soledad,
como la lágrima que cae
de los ojos a la boca de una cabra..."


"Paradiso", Lezama Lima

domingo, 28 de agosto de 2011

Leer, y Viajar

"Y qué fue lo que aprendieron los alumnos de Amalfitano?
Aprendieron a recitar en voz alta. Memorizaron los dos o tres poemas que más amaban
para recordarlos y recitarlos en los momentos oportunos:
funerales, bodas, soledades. Comprendieron que un libro era un laberinto y un desierto.
Que lo más importante del mundo era leer y viajar,
tal vez la misma cosa, sin detenerse nunca.
Que todo sistema de escritura es una traición.
Que la poesía verdadera vive entre el abismo y la desdicha...
Que la principal enseñanza de la literatura era la valentía, una valentía rara...
Que no era mas cómodo leer que escribir.
Que leyendo se aprendía a dudar y a recordar.
Que la memoria era el amor."


"Los sinsabores del verdadero policía", R. Bolaño

lunes, 22 de agosto de 2011

Slam !!

Slam!!, se cierra la puerta con un golpe.
Un silencio sepulcral
transforma la habitación en tumba,
gélido el aire
y enseguida...
el eco desesperado
de unos pasos rápidos
bajando por las escaleras.
Sobre la mesa,
un libro abierto,
y un verso que gatilla:
...que poco dura una estela...

A la vuelta de la esquina...

"Hay algo que da esplendor a cuanto existe, y es la ilusión de encontrar algo a la vuelta de la esquina."

G.K. Chesterton

sábado, 20 de agosto de 2011

Señales (II)

“Y se dice que la princesa descendió al Reino de su Padre. Y que ahí reinó con justicia y bondad, por muchos siglos. Y que dejo tras de sí, pequeñas huellas de su paso por el mundo, visibles solo para aquel que sepa donde mirar.”

"El Laberinto del Fauno" (Última frase del Guión)

martes, 16 de agosto de 2011

Tus Ojos

"... Quiero tus ojos iguales a dos mediodías con lluvia..."


"Balada para los Niños que serán Poetas", L. Marechal

miércoles, 10 de agosto de 2011

La foto salió movida

"Un cronopio va a abrir la puerta de calle, y al meter la mano en el bolsillo para sacar la llave lo que saca es una caja de fósforos, entonces este cronopio se aflige mucho y empieza a pensar que si en vez de la llave encuentra los fósforos, sería horrible que el mundo se hubiera desplazado de golpe, y a lo mejor si los fósforos están donde la llave, puede suceder que encuentre la billetera llena de fósforos, y la azucarera llena de dinero, y el piano lleno de azúcar, y la guía del teléfono llena de música, y el ropero lleno de abonados, y la cama llena de trajes, y los floreros llenos de sábanas, y los tranvías llenos de rosas, y los campos llenos de tranvías. Así es que este cronopio se aflige horriblemente y corre a mirarse al espejo, pero como el espejo esta algo ladeado lo que ve es el paragüero del zaguán, y sus presunciones se confirman y estalla en sollozos, cae de rodillas y junta sus manecitas no sabe para que. Los famas vecinos acuden a consolarlo, y también las esperanzas, pero pasan horas antes de que el cronopio salga de su desesperación y acepte una taza de té, que mira y examina mucho antes de beber, no vaya a pasar que en vez de una taza de té sea un hormiguero o un libro de Samuel Smiles."


J. Cortazar