"[...] Puso a hacer café en la cafetera y se repanchingó a esperar en el sofá. Sobre la mesa de la sala descansaban un par de libros a medio leer y una Moleskine abierta en la última página, sobre un verso inconcluso donde se retenía una emoción.
El aroma del café recién hecho lo inundaba todo, y garabateaba en las paredes vacías viejas frases detenidas en el tiempo, de dolorosa caligrafía desangrada y entonada ausencia. Volvía el eco de antiguos desayunos, de periódicos y tostadas, y de una buena compañía de lejanas coordenadas. El taconeo de la lluvia en el cristal resolvía la armonía del momento, su cadencia. Adentro todo era refugio y pausa. Afuera, insistía el aguacero"
A.G. Leão, "El sueño de Lagarde"
1 comentario:
adentro todo era refugio. me gusta. sí, es verdad, hay veces en que dentro todo es refugio. apenas recuerdo la última vez que me pasó eso: poder desayunar en silencio pero a la vez con la mayor complicidad del mundo. los aguaceros tenían acento de dulce de leche, y de todos modos, nunca duraban demasiado.
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