miércoles, 20 de julio de 2011

Volver...

Vuelvo.. pero,
¿a dónde?
La sensación es siempre “volver”.
Retornar, una vez más, al sitio que se conoce, y nos reconoce. Modelar el acabado de una trama oculta que viene provocando, desde hace tiempo, empujones sutiles de marcada intención.
Mirar-se y redimirse en el reflejo acallado de nuestras propias y antiguas pisadas, desentraña ese silencio cargado de inquietudes que nos atormenta en la vigilia y nos amenaza entre sueños.
El reflejo de un guión in-acabado rige las tablas, y nuestros pasos temblorosos agitan el gastado telón. El texto recitado retumba en el eco de otras voces hace tiempo susurradas. Suspendido el drama que nos otorga una identidad, rostros vacíos entrechocan en una noche sin estrenos. Las puertas del teatro aguardan abiertas de par en par, y las huellas aquellas descansan en la última fila.
Volver no altera la perspectiva, y el desconcierto lo inunda todo al salir, entre sombras y
con el corazón moribundo,
abatido por las últimas palabras de un final
demasiado conocido.

martes, 19 de julio de 2011

Esperando...

"Voy a quedarme aquí
todo el tiempo que haga falta.
Estoy esperando
la casualidad de mi vida,
la más grande y eso que
las he tenido de muchas clases.
Sí,
podría contar mi vida
uniendo casualidades".

"los Amantes del Círculo Polar"

Otoño, y un final.

Tiempo para pensar, y decidir, o dejarse llevar. A través de la ventana de mi cuarto llegan ensayos de otro tiempo.
Una hoja vieja abandona el árbol, una mañana larga de otoño. Despreocupada en su destino, se entrega a esa brisa difusa, de ignorado trayecto final.
Un planeta lejano rompe su alineación por un segundo, y nuestra hoja queda imperceptiblemente, suspendida en el aire, con una única / última oportunidad de elegir un giro posterior.
Cansada ya de habitar durante un año en la misma perspectiva, improvisa un desvío arriesgado, y enfila su sendero fatal hacia un retoño adolescente, justo en la acera de enfrente.
La jugada es decisiva,
y no habrá salvación si el viaje acaba en suelo,
a mitad del camino.
Intenso es el tráfico en la ciudad,
y no perdona.
Un universo de frágiles nervaduras,
seco y quebradizo,
no es rival sobre el adoquinado,
a cincuenta kilómetros por hora.

jueves, 14 de julio de 2011

En la Noche

Oh noche! ¡Oh refrescantes tinieblas!
¡Sois para mí señal de fiesta interior,
sois liberación de una angustia!

“El Crepúsculo de la noche”; C. Baudelaire



Cae el día, y muere. La caricia que salva llega crepuscular, engarzada en sonidos noctámbulos y pasos lejanos. El viento golpea el cristal y deja suspendida en el aire frío de la noche, una melodía ausente, de visiones lejanas. Rostros de doncellas vienen a salvar las heridas de ayer, y se reanuda el baile. Danzas nuevas conjuran el roce místico, mientras tenues amenazas se retiran vencidas y resignadas a llorar su derrota incontestable. La fiesta es total de puertas hacia adentro, y se cuela por las grietas la salvación que aniquila el tedio y recompone el aire. Sin cruces ajenas que cargar el cuerpo se entrega, y acepta la comunión que lo integra con todo lo demás. El descanso llega inevitable y contundente. Despertarán los dioses mañana con ademanes relajados y un regalo nuevo que se adelantará en el tiempo y salvará la jornada. Liberado de miedos y tensiones, se lanzarán con pasos renovados, en busca de caminos, felices e inciertos.

Formas de Volver a Casa

“Lo que pasa, pienso ahora un poquito borracho, es que espero una voz. Una voz que no es la mía. Una voz antigua, novelesca, firme.
O es que me gusta estar en el libro. Es que prefiero escribir a haber escrito. Prefiero permanecer, habitar ese tiempo, convivir con esos años, perseguir largamente imágenes esquivas y repasarlas con cuidado. Verlas mal, pero verlas. Quedarme ahí, mirando”.

“Formas de Volver a Casa”, A. Zambra

miércoles, 13 de julio de 2011

La Muerte y la Brújula

Yo sé de un laberinto griego que es una línea única, recta. En esa línea se han perdido tantos filósofos que bien puede perderse un mero detective.
Scharlach, cuando en otro avatar usted me dé caza, finja (o cometa) un crimen en A, luego un segundo crimen en B, en 8 kilómetros de A, luego un tercer crimen en C, a 4 kilómetros de A y de B, a mitad de camino entre los dos. Aguárdeme después en D, a 2 kilómetros de A y de C, de nuevo a mitad de camino. Máteme en D, como ahora va a matarme en Triste-le-Roy.

"La Muerte y la Brújula", J.L.B.

El Bar del Infierno

En 1954, el poeta Mario Alderete, que lo había conocido en su juventud, declaró que Maidana era veloz porque era fraudulento. El hombre manejaba una colección de diez o quince décimas con las cuales contestaba cualquier pregunta, sin que le preocupara mayormente la pertinencia d ellos versos que cantaba...

La siguiente sucesivamente, ha servido para responder enigmas tales como ¿qué es el silencio? ¿ qué es la nada? ¿quién apaga las estrellas? ¿dónde se guardan los vientos? ¿a qué hora pasa el Cuyano por Justo Daract? ¿ por qué no se da la uva en Tres Arroyos?

“Compañero payador
su espiritu indagatorio
ante este vasto auditorio
ha mostrado su esplendor
Pero este humilde cantor
responde, en sentido inverso
que los vientos* y los versos
la nieve, el fuego, el rosal,
siguen de un modo fatal
órdenes del universo”

*Esta palabra es reemplazada en cada ocasión,
conforme a las circunstancias (trenes, uvas, astros, nada, calma, etc)

"Informe sobre le Payador Julián Maidana", A. Dolina

martes, 12 de julio de 2011

Proust y la Magdalena (II)

Y otra vez me pregunto: Cuál puede ser ese desconocido estado que no trae consigo ninguna prueba lógica, sino la evidencia de su felicidad, y de su realidad junto a la cual se desvanecen todas las demás realidades.

Vuelvo al instante en que tomé la primera cucharada de té. Y me encuentro, sin ninguna claridad nueva...

¿Llegará hasta la superficie de mi conciencia clara ese recuerdo, ese instante antigua que la atracción de un instante idéntico ha ido a solicitar tan lejos, a conmover y alzar en el fondo de mi ser?

Y de pronto el recuerdo surge.

Ese sabor es el que tenía el pedazo de magdalena que mi tía Leoncia me ofrecía, después de mojado en su infusión de té o de tila, los domingos por la mañana en Combray (porque los domingos yo no salía hasta la hora de misa) cuando iba a darle los buenos días a su cuarto.

Ver la magdalena no me había recordado a nada, antes de que la probara...

Pero cuando nada subsiste ya de un pasado antiguo, cuando han muerto los seres y se han derrumbado las cosas, solos, más frágiles, más vivos, más inmateriales, más fieles, más persistentes que nunca, el sabor y el olor perduran mucho mas, y recuerdan, y aguardan, y esperan, sobre las ruinas de todo, y soportan sin doblegarse en su implacable gotita el edificio enorme del recuerdo.

En cuanto reconocí el sabor del pedazo de magdalena mojado en tila o té que mi tía me daba, la vieja casa gris con fachada a la calle, donde estaba su cuarto... las flores de nuestro jardín y las del parque del señor Swan y las ninfeas del Vivonne, y las buenas gentes del pueblo, y sus viviendas chiquititas, y la iglesia, y Combray entero y sus alrededores, y todo eso... sale de mi taza de té.

"À la Recherche du Temps Perdu", M.Proust

Mediodía en la gran ciudad...

La madre entra apurada al bar, seguida de uno de sus hijos, de 9 añitos, tierno, y terrible a la vez.


*

Aquí! En esta mesa junto a la ventana. Necesito luz. - sentencia el niño reprobando de antemano cualquier otra elección de la madre.

El niño marca el camino. Detrás de él rueda una mochila cargada, y un poco mas atrás, corre la madre, resignada.

Ya en la mesa, el niño elige sitio primero, y despliega, como un estudiante universitario, un par de libros, dos cuadernos, y algunos instrumentos escolares.

*

Que quieres para comer? - pregunta la madre.
*

Lo que salga mas rápido!! - contesta sin vacilar el niño, que debería estar, pensamos a esta altura, correteando en una plaza.

Cinco minutos mas tarde...


La camarera se acerca a la mesa con el pedido.

*

Aquí están los sandwichitos, tostados, para el niño – dice en tono de cantata allegre...
*

No eran tostados – responde el niño, sin levantar la vista de sus deberes, y agrega:
*

Eran SIN tostar.
*

Bueno, no te gustan sin tostar? - interviene la madre.
*

NO – secamente.
*

Bueno, me los como yo – resuelve la madre, resignada una vez mas.


La camarera se retira hacia la cocina por el “nuevo” pedido.

Atrás, en una mesa junto a la ventana, un niño se adelanta a su tiempo, demostrando haber resuelto eficientemente sus deberes de hoy; copiar y perpetuar las formas de la generación de ayer. Asegurando, de esta manera, la continuidad de las miserias humanas."

Proust y la Magdalena (I)

“Así ocurre con nuestro pasado. Es trabajo perdido querer evocarlo, e inútiles todos los afanes de nuestra inteligencia. Ocultase fuera de de sus dominios y de su alcance. En un objeto material (o en la sensación que objeto nos daría) que no sospechamos. Y del azar depende que nos encontremos con ese objeto antes de que nos llegue la muerte, o que no le encontremos nunca.

Hacía muchos años que no existía para mí de Combray mas que el recuerdo del escenario....

… cuando un dia de invierno, al volver a casa, mi madre, viendo que yo tenía frío, me propuso... tomar una taza de té....

Mandó, mi madre, por uno de esos bollos, cortos y abultados, que llaman magdalena...

Y muy pronto.. me llevé a los labios una cucharada de té en la que había echado un trozo de magdalena...

Pero en el mismo instante en que ese trago, con las migas de aquel bollo, tocó mi paladar, me estremecí, fija mi atención en algo extraordinario que sucedía en mi interior...

Y él me convirtió las vicisitudes de la vida en indiferentes, sus desastres en inofensivos y su brevedad en ilusoria. Todo del mismo modo que opera el amor, llenándose de una esencia preciosa... dejé de sentirme mediocre y mortal.

¿De dónde podría venirme aquella alegría tan fuerte?

Grave incertidumbre ésta, cuando el alma se siente superada por sí misma, cuando ella, la que busca, es justamente el país oscuro por donde ha de buscar... y de nada le sirve su baggage...

"À la Recherche du Temps Perdu", M.Proust