"(..) Cuando
despertó en la mañana, perseveraba dentro de él la sensación de
contemplar el mar soñado y la certeza de un silencio que lo abarcaba
todo. No recordaba haber sentido un silencio semejante nunca, ni en
sueños ni despierto. No recordaba que muchos sueños tuvieran algún
tipo de banda sonora o algo similar. Si alguien le hubiera preguntado
si en sus sueños él recordaba haber escuchado alguna vez algo
más que las voces de los protagonistas, él hubiese contestado que
no... nunca... nada. Pero en esos casos se trataba de no haber oído
nada, y esto era radicalmente lo opuesto. Esta vez había oído
la nada, y ahora guardaba en él todo el embrujo sonoro del silencio
absoluto, una pausa categórica y total.
Una
ausencia, ese vacío insuperable... como el tokonoma de
Lezama Lima, o la Nada
absoluta y divina."
A.G.Leão, "EL Sueño de Lagarde"
A.G.Leão, "EL Sueño de Lagarde"