jueves, 10 de enero de 2013

El silencio de los cuerpos agotados.


"(...) Escucho el silencio, busco en las sombras y abro la noche... llega la escritura animal, la escritura mecánica, la orgía intempestiva de palabras sin sentido y sin ritmo, palabras saliendo de esta boca ansiosa y reseca, una boca huérfana de silencios mal heridos, y de aullidos encerrados en el claustro de una mirada demasiado beso, o de una noche demasiado fuego, el fuego de un ardor que arde bien adentro, profundo y llanto, y que arrastra el pulso constante de lo encerrado, de lo inútilmente reprimido, porque en esta vida, y en esta herida, no hay volcán que se calle para siempre, ni caricias que no muerdan lo que rozan, ni cuerpos que contengan el deseo, cuando surge la piel que derriba los silencios, y los labios - los tuyos - susurran lo indecible, y lo indecible es penetrar en tu silencio, y en tu cuerpo, hasta sentir que tiemblas de deseo, y te quiebras, y sabes que ya es muy tarde, y es inútil todo intento de escapar, porque es un instinto del que siempre fuimos presa, y es una marca, como esa herida, que es un anhelo tan fugaz y tan ardiente, una explosión que revienta nuestros cuerpos, y ese ardor que ahora es tan dulce, que ya nada lo contiene, y estalla entonces en mil caricias, y son manos, y son labios, los que se meten bien adentro, donde lo húmedo es el único alimento, y la mordida, y el temblor que sacude nuestros cuerpos, cuerpos que miran hacia otro lado, y se desentienden tibiamente de la jugada, y nos dejan luego así, esclavos de los espasmos, y de las risas, y de los silencios que en silencio sólo observan, el silencio de los cuerpos agotados. "

A.G.Leão, "EL Sueño de Lagarde"

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