"(...) Otro
día gris en la gran ciudad. El sonido húmedo que se colaba a través
del cristal parecía proceder de una lluvia lejana, de otro tiempo. O
tal vez solo fuera él, el que se encontraba tan distante de ahí. Optó
por sentarse en el sofá y contemplar hacia la ventana, expectante y
silencioso; por si de un momento a otro se le ocurría regresar. Pero lo único que era
capaz de divisar más allá del cristal, era una incontable cantidad
de húmidas dagas que venían a cercenar sin piedad los hilos
invisibles que movían sobre las tablas las piezas que él mismo iba escogiendo ─como
en un ataque inoportuno de ablepsia─ para representar, en el teatro
sombrío de su porvenir, el melancólico y profuso drama de su existencia. El día avanzaba, gris y amenazante, y él seguía ahí, sentado en primera fila; incapaz de voltear la mirada ciega y
condenado a presenciar de cerca ─con la piel bien abierta y el alma partida en dos─ el ingobernable devenir de
sus propias pesadillas; ese desfile fatídico de incertidumbres
altaneras y eternos sueños inconclusos."
A.G.Leão, "EL Sueño de Lagarde"
A.G.Leão, "EL Sueño de Lagarde"
No hay comentarios:
Publicar un comentario