"(...) La
noche comenzaba a acercarse tímidamente, con esa curiosidad
intempestiva que siempre carga ella
sobre los momentos decisivos de los noctámbulos, forzando, en ellos,
una visión clara e
introspectiva, tan urgente como un recambio linfático y fatal. Las
piezas sobre el tablero sudaban ansiedad y reto, y la movida
que abriera los caminos no se podía demorar ni un instante más.
Preciso era saltar sobre el tiempo y clavar la jugada elegida sin
titubear, ni pestañear; aniquilando por anticipado el surgimiento de
cualquier sombra diáfana y rival; y preciso era evitar también,
cualquier atisbo de sugerencia diversa, y la más leve insinuación
contendiente. A un costado y bajo tierra, quedaban olvidadas e
indiferentes, todas las incertidumbres que pudieran estorbar o
encallar el viaje. El nuevo camino debía emprenderse despojado y
nudo; y del suculento sabor de los presagios vírgenes iría
extrayendo su ambrosía y su néctar, y moldeando, insustancial y con
orgullo, los nuevos tegumentos que arroparían durante el trayecto,
la renovada ilusión de volver a caminar por senderos desconocidos."
A.G.Leão, "EL Sueño de Lagarde"
A.G.Leão, "EL Sueño de Lagarde"