"Me levanto de tu asombro... me descuelgo, y es que me
siento incómodo en tu asombro, y a veces creo que todo nos va bien, porque tu
mirada es demasiado abierta, y no sabe aún hacia donde va, pero es tu
ceguera, que me busca a ciegas, con tropiezos en los pies, y un miedo
dulce que te acordona los zapatos, o son tus pasos, mientras te
veo venir, pero el miedo llega primero, y me levanto de tu asombro...
te veo venir, y mi grito corre detrás de ti, llueven aullidos en tus ganas de seguir, pero es tarde, y todos los
caminos están nublados a estas horas de la noche, cerrados, y la
tormenta en tus ojos se anuncia devastadora, mientras yo te veo venir, y
te tropiezas con el miedo, y la luna se avergüenza de haberte llamado, y la calle se
vuelve ciega, y ya no te veo, y entonces yo, que me siento incómodo, y ya no creo que todo nos vaya bien, te maldigo, y me levanto de tu asombro...
porque esperarte ya no me asombra, ni
tampoco que tú vengas, en definitiva siempre fue la misma espera,
aunque nos cambien las esquinas, y los bancos de las plazas se
vuelvan minutos interminables, ¿cuántas noches caben en un minuto?
si de un momento a otro se que no vendrás, y tu ausencia se repite
en cada esquina, que será siempre la misma esquina, y fue siempre la
misma espera, y tu mirada demasiado abierta, y tu ausencia demasiado
aullido, y la luna, y la noche, y yo, que me canso de esperarte, y ya no habrá más sorpresas, ni más esperas, ni bancos, ni más esquinas, y me siento incómodo, porque nada nos va bien, y te
maldigo, y ya no te llamo, ya no te olvido, me descuelgo, y me levanto de tu asombro."
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