jueves, 14 de julio de 2011

En la Noche

Oh noche! ¡Oh refrescantes tinieblas!
¡Sois para mí señal de fiesta interior,
sois liberación de una angustia!

“El Crepúsculo de la noche”; C. Baudelaire



Cae el día, y muere. La caricia que salva llega crepuscular, engarzada en sonidos noctámbulos y pasos lejanos. El viento golpea el cristal y deja suspendida en el aire frío de la noche, una melodía ausente, de visiones lejanas. Rostros de doncellas vienen a salvar las heridas de ayer, y se reanuda el baile. Danzas nuevas conjuran el roce místico, mientras tenues amenazas se retiran vencidas y resignadas a llorar su derrota incontestable. La fiesta es total de puertas hacia adentro, y se cuela por las grietas la salvación que aniquila el tedio y recompone el aire. Sin cruces ajenas que cargar el cuerpo se entrega, y acepta la comunión que lo integra con todo lo demás. El descanso llega inevitable y contundente. Despertarán los dioses mañana con ademanes relajados y un regalo nuevo que se adelantará en el tiempo y salvará la jornada. Liberado de miedos y tensiones, se lanzarán con pasos renovados, en busca de caminos, felices e inciertos.

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