viernes, 24 de agosto de 2012

Monstruosas mentiras


 “Esta era la vida. Todo lo demás mentira. Monstrousa mentira la civilización, la falsa y sórdida civilización de los mercaderes. Tan burda la mentira que bastaba llenarse un momento los pulmones y el cerebro con la atmósfera de un pedazo de campo, para que apareciera evidente. Mentira los edificios grotescos con el guiño de los sangrientos letreros luminosos. Mentira la superficie pulida de las calles. Mentira los trenes veloces y trepidantes. Mentira las fábricas de chimeneas humeantes, ensuciando día y noche los arrabales. Mentira las máquinas brillantes, mostrando con impudicia sus entrañas de acero. […] Mentira el juego estúpido de los ascensores, rebotando incansables en la planta baja para subir hasta el 9º o 22º y volver a caer … Mentira la lluvia metálica de las máquinas de escribir en las oficinas. Mentira la multitud de las calles, de los campos de deportes, de los hipódromos, de los teatros, de las manifestaciones erizadas de estandartes, de los lentos paseos crepusculares por las calles de moda. Toda una canallesca mentira, una farsa hábilmente dirigida. Pionners, progreso, cultura, directores, honestidad comercial, hombres austeros, mujeres honestas... Río sin maldad ni odio, bajo la transparencia del cielo redondo.

La verdad estaba allí, en la naturaleza […] Limpia la cabeza, alegre el corazón, cosquilleante la audacia en los testículos.”



Juan Carlos Onetti, “Tiempo de abrazar”

martes, 21 de agosto de 2012

Un silencio mágico y letal


"Una habitación y un silencio; cuatro paredes indiferentes sosteniendo en vano el eco de algo muerto; un libro solitario sobre la mesa y, entre sus hojas amarrilentas, la nostalgia de una lectura interrumpida para siempre; una pluma sin dueño y una intención desterrada, la tinta aún tibia latiendo en sus entrañas; el resabio de tantas palabras que quedaron sin decir; y entre las páginas del libro, sobre un trozo de papel prolijamente doblado en seis, descansa la ardiente furia de un último adiós atragantado entre líneas; oculto en la eternidad; y a merced de la noche, otro relato que declina su voz, otro misterio que acecha, mágico y letal, adormecido en las sombras."

domingo, 19 de agosto de 2012

Tiempo de abrazar


“Miraba el brillo grasiento de la baranda, y no podía rechazar la imagen de todas las manos ─ágiles,cansadas, firmes, ásperas─ que se habían apoyado en aquella lista de madera, dejándola un poco más pulida, un poco más sucia. Los hombres del horario nocturno, gordos, sin afeitar, haciendo crujir los escalones con sus gruesos zapatos. Las muchachas del turno de la mañana, dientes blanquísimos, vestidos flotantes, risas y carreras. Las manos ─blancas, velludas, oscuras, pequeñas, venosas, húmedas─ corrían como arañas hacia arriba; ya trepando, ya con rítmicos saltitos.”

Juan Carlos Onetti, “Tiempo de abrazar”

viernes, 17 de agosto de 2012

Un acogedor y dilatado silencio

"(...) Me besó como para hacerme llagas. Me besó infinitamente.
Tomaba, con aquellos besos, mis fuerzas.
Era de una sensualidad dominadora y, sin embargo capaz de cavar
y dejarme vacío hasta hacer que ya no la deseara.
Sólo mis labios tomaba y a través del beso, como en una absorción,
parecía llevarme allá, adonde no sé, ni nada hay, nada es. Todo se negaba.
Mis fuerzas se agotaban antes de donde es posible la voluntad.
Terminaban... Terminaban... Sin sobresaltos, ya sin sobresaltos,
quedamente, terminaban.
Y todo era... un acogedor y dilatado silencio."

A. Di Bendetto, "Zama"

jueves, 16 de agosto de 2012

"Yakamoz"

Voy a dejar que suceda...
Un rastro de palabras tras de mi...
caen sin intención ni estorbo
hacia el verso espontáneo y casual..

El destino, o el azar,
(la sentencia es de J. Luis)
que es decir lo mismo...

¿llenará de noche todos los rincones?
   ¿qué tormentas se desatarán  luego?
      ¿sobrevivirá al fin este corazón inquieto?

Morirá el día (inapelable) al atardecer,
y la noche caerá implacable,
en un intento de poseer
algún espíritu derrotado.

Sobre el hombro izquierdo
sentirás su presencia fatal
y un terror genuino y total,
susurrará su victoria antes de tiempo.

Al borde de un puente viejo
de más / mil muertes abrazadas,
un descuido lunar
regalará un reflejo salvador,

la sublime belleza que guarda su voz
en cada gota de río,

la imagen final que configura el sentido
y destroza la angustia.

Sin llanto, el salto queda obsoleto,
y el nuevo sendero que se ofrece
resulta encantador,
  e irresistible.

Cada piedra vuelve a su camino,
habitan desde siempre
entre el silencio y las caricias.
Las grietas permanecen abiertas
y proyectan sobre la tierra trémula
una vieja luz sin sombra.

Vuelan en la noche tibias mariposas,
retoños de una magia futura
aún por descubrir.

viernes, 10 de agosto de 2012

"(...) Pasó el resto del día mustio y remiso..." (fragmento)


"(...) Pasó el resto del día mustio y remiso, entre el sofá y la cocina. Abría libros al azar y leía la primera frase que se le aparecía ante los ojos, desmenuzando sentidos, rumiando despreocupado, pastando a sus anchas en el campo semántico de las palabras. El tiempo lento de la tarde se diluía, sigiloso y entre líneas. Una porción de su entidad, centinela de lo oscuro, se reflejó en los tenues albores de la noche que ya comenzaba a llegar, a comparecer ante sus dudas, mientras susurros de presagios centelleaban en la habitación. Cuando se percató de que la tarde comenzaba a morir, y que la noche no tardaría en aparecer sobre el cristal, con su conjuro de sombras inquietantes y de aullidos fantasmas, para reincidir en la maldición de los desoídos, y teñir el pesado aire de oscuras visiones y sufrida melancolía, cerró entonces el libro que tenía entre las manos, y se levantó del sofá en busca de una botella de vino tinto. Mientras la abría, y servía en la copa el elixir divino, preocupado en la búsqueda de una revulsión interna, sintió el eco lastimoso de una frase retumbando dentro de él:

(...) la vida era un bulto muy atado, que se desataba al caer en la eternidad.”

jueves, 9 de agosto de 2012

"(...) como un anhelo ondulando en el ambiente" (fragmento)

"Aunque no se oía ningún ruido proveniente del cuarto, sabía que ella estaba ahí, con su misterio, detrás de esa puerta, y como un anhelo ondulando en el ambiente, su cuerpo se paseaba ante las paredes enmudecidas, esas que cada noche lo observaban a él, en noctámbula quietud, reconociendo ahora en ella, la materia de esos sueños."

A.G. Leão, "El sueño de Lagarde"

miércoles, 1 de agosto de 2012

Días de lluvia


"[...] Puso a hacer café en la cafetera y se repanchingó a esperar en el sofá. Sobre la mesa de la sala descansaban un par de libros a medio leer y una Moleskine abierta en la última página, sobre un verso inconcluso donde se retenía una emoción.

El aroma del café recién hecho lo inundaba todo, y garabateaba en las paredes vacías viejas frases detenidas en el tiempo, de dolorosa caligrafía desangrada y entonada ausencia. Volvía el eco de antiguos desayunos, de periódicos y tostadas, y de una buena compañía de lejanas coordenadas. El taconeo de la lluvia en el cristal resolvía la armonía del momento, su cadencia. Adentro todo era refugio y pausa. Afuera, insistía el aguacero"

A.G. Leão, "El sueño de Lagarde"

jueves, 26 de julio de 2012

Nocturno rabioso

"...Algunas veces en la noche, hay rostros de doncellas que hieren con espadas de dulzura. Nos alejamos, y el alma nos queda entenebrecida y sola como después de una fiesta [...] se fueron y no sabemos más de ellas, y sin embargo nos acompañaron una noche teniendo la mirada fija en nuestros ojos inmóviles... y nosotros heridos con espadas de dulzura, pensamos cómo sería el amor de esas mujeres [...]

Pensamos cómo inclinarían la cabeza hacia nosotros para dejar en dirección al cielo sus labios entreabiertos, cómo dejarían desmayarse del deseo sin desmentir la belleza del semblante un momento ideal [...] rostros en los que el deseo no desmiente la idealidad de un momento. ¿Cómo vienen a ocupar nuestras noches?

Yo me he estado horas continuas persiguiendo con los ojos la forma de una doncella que durante el día me dejó en los huesos ansiedad de amor".


Roberto Arlt, "El Juguete Rabioso"

martes, 24 de julio de 2012

Sueño y Vigilia


El poema no es otra cosa que un sueño
que se realiza en la vigilia.
El despertar es casi siempre
una desilusión”

T. Transtörmer



¿Es posible caer "enfermo de desilusión"? ¿Sufrir alguna patología asociada a un desencanto por lo cotidiano? Releo ambas preguntas y me acuerdo de Weber y de sus postulados filosóficos al respecto, de su famoso Disillusioned Realism. Pienso en aquellos que sólo logran ser felices en sus propios sueños; en la cama, mientras duermen, o durante el día, en esos momentos en que desearían habitar en la piel de otros; situaciones ambas por donde intentan evadirse del mundo que habitan, sin darse cuenta que es posible cambiar la realidad que los rodea y les transmite infelicidad, que no hace falta escapar de aquí, retirarse a soñar, o cambiar de mundo, sino alterar la percepción que de éste tenemos durante la vigilia, mientras estamos bien “despiertos”, y de esta manera, cambiar el mundo en que vivimos.

─¿Cómo?─preguntarán muchos.
─¡Muy fácil!─ responderán otros, si los primeros saben a quién preguntar.

Sólo es necesario, eso sí, cierto entrenamiento en el arte y el dominio de los sentidos; portal por donde ingresa en nuestro espíritu todo aquello que la realidad nos ofrece a diario, hasta lo más insignificante o rutinario, y que encierra el verdadero potencial del “sueño”, la materia de la cual están echos, ellos y nosotros; (Shakespeare: We are such stuff as dreams are made).

Como sentenció W. Blake, If the doors of perception were cleansed every thing would appear to man as it is, infinite” (Si las puertas de la percepción fueran abiertas, cada cosa se le aparecería al hombre tal cual es, infinita). Entonces, ¿por qué limitar y desperdiciar esa capacidad de percepción que poseemos, esa posibilidad de contemplar la realidad de manera “limpia”, tal cual es?¿por qué practicarla sólo durante unos fugaces instantes de nuestro día, o entregarnos a ella sólo en las noches, al sumergirnos bajo las sábanas?

Debemos ser consientes de esta capacidad de “soñar” despiertos, de transformar la vigilia en el mundo de nuestros sueños; saber que es posible llevarla a cabo en cada instante de nuestra humana y acotada existencia, aniquilando así aquella desdicha que provoca el desencanto de la realidad, esa desilusión que surge sólo cuando lo que percibimos ─a través de nuestra mirada “ciega” o mal entrenada o de nuestros sentidos adormecidos─ no se corresponde con lo que soñamos y deseamos vivir.

Sólo de la ilusión puede surgir la desilusión, dice un viejo proverbio indio. R. Kiplyng matiza en su novela “Kim”: Todo deseo es ilusión y una ligadura más que nos ata a la rueda.

Concluyendo; no puede ser saludable para ningún espíritu humano vivir sumergido en una amargura existencial, provocada por la eterna desilusión que suscita la falta de concordancia entre los deseado, por un lado, y lo vivido día a día, por el otro. Este desencanto puede ser darse, principalmente, por dos motivos: por desear lo ilusorio, víctimas de la manipulación de los deseos por parte los grandes “marketineros” actuales (maestros en el arte de “inventar” deseos o necesidades y, por lo tanto, conductas, obsesiones, y, en definitiva, enfermedades), o por el desconocimiento de las posibilidades de resolver esa sensación de vacío por medio del entrenamiento de nuestras capacidades, de nuestros sentidos, para abrir las puertas de nuestra percepción, dejando entrar la realidad tal cual es, íntegra y total, Universal, e infinita.

Soñar en la vigilia, sin la necesidad de escribir el poema; con sólo sentirlo basta para disolver la angustia y el vacío. Extender lo soñado hasta más allá de la vigilia, hasta rozar el límite mismo del otro sueño, al borde de la cama. Ir transformando lentamente lo cotidiano, la vida, en una fantasía maravillosa y larga, hasta que llegue, sin darnos cuenta siquiera, de día (o  en la noche), el instante final del sueño eterno.